Opinión

He venido a hablar de mi libro (EPE – Suplemento Abril)

Uno de mis personajes, el fabricante de tejidos Joseph Langhorne, le dice a su mujer con misterioso pesimismo que “de las infinitas posibilidades que nos da la vida, tenemos que elegir una sola, y no es siempre la más sencilla. Yo, simplemente, he escogido la más auténtica”. A menudo pienso en esa dificultad de decidir entre los miles de títulos cuando me paseo por una librería y recorro los pasillos que separan los clásicos de las novedades para decantarme por una nueva lectura. Ojalá, pienso, todos acabaran conviviendo por méritos en el mismo estante, ojalá el peso de los libros se correspondiera con el peso de las palabras, y uno sostuviese el ejemplar de turno sobre la palma de su mano y supiese de la tormenta moral que se avecina o de la luz ligera que lo acompañará en una aventura por las montañas. Pero el gramaje del papel y las tapas duras, más de salón que de calle, no revelan el tipo de historia, y el lector debe confiar en su instinto, en el marketing o en el azar, si es que existe, para encontrar su “media novela”.

Escribí La sastrería de Scaramuzzelli, mi ópera prima, con la ilusión de que fuera ese libro especial; que sirviera de entretenimiento, pero que, una vez concluido, el lector sonriera y reflexionara sobre el juego en el que se había adentrado, una mezcla de realismo mágico y fábula con una moraleja: que un padre y una madre hacen lo imposible por darle un futuro a su hijo.

La obra comienza con la aparición de un sastre enigmático en Tonleystone, cumpliéndose, al parecer, la profecía que Joseph Langhorne le cuenta antes de morir a su pequeño William: “Algún día llegará al pueblo alguien que lo cambiará todo”. ¿Pero es Barros Scaramuzzelli, al traer la alta costura, la persona que altera sus vidas? Esta es la pregunta dramática que resuena en las cuatro partes en que se divide el relato, donde se sigue una estructura clásica, lineal, con un recurso teatral en el primer acto: el sol es el gran foco que presenta a un personaje en cada capítulo y lo ilumina mientras se cuenta una historia de su pasado relacionada con el protagonista, si es que esta novela tiene uno.

En La sastrería de Scaramuzzelli, precisamente por esta pretensión de cuento, no hay ninguna fecha, tampoco una ubicación exacta, aunque enseguida podemos situarnos en un pueblo conectado con Londres por un único sendero y en una época comprendida entre 1875 y 1914. Tonleystone no es más que un reflejo macondiano de Inglaterra, un lugar boyante, protegido de las desdichas por un “ejército de robles”, en el que sus habitantes sucumben al poder y a las apariencias, y representan una función sobre lucha de clases a través de la ropa. Estos tejidos, pese a que siempre acompañan las dos tramas principales, actúan como un velo que nos cubre los ojos, que nos acaricia con seda -o con aquello que pretende serlo-, mientras la verdadera historia transcurre, difuminada, en una habitación que nos planteará varias dudas e insinuará otras certezas, como que el destino está escrito y que nada, ni nadie, podrá evitarlo. Sin embargo, y le robo los versos al poeta Jorge Pozo Soriano, “buscamos el remedio contra todo indicio de dolor, contra la ausencia de propósitos, contra la febrícula que nos alcanza tras lo injusto”, y en este caso también tenemos una enfermedad con las fauces abiertas y a un padre que jamás perderá la esperanza.

Tal vez, esta desgracia sea lo único maquillado, y, por lo tanto, menos puro y natural, en algo más de trescientas páginas que esconden algunos de los pasajes más importantes de mi vida, mis periplos en otro país, mis inquietudes, mi niñez, mi apuesta por el amor romántico, la relación con mi familia y mi obligación ineludible de educar a mis hijos como a mí me educaron: instruyéndome en los valores fundamentales, en el respeto, en la diversidad y en la confianza de que todos somos iguales. Espero que ellos, y por supuesto los lectores, puedan en esta obra de casi seis años de trabajo -y regreso a Pozo Soriano- “ver incierto todo lo que nos venden como auténtico y trasladar la duda a la sangre”.

https://www.epe.es/es/abril/20221103/he-venido-hablar-libro-guillermo-77971303